Falacia de la Suma Cero.- El hecho es que en economía un intercambio supone beneficios a ambas partes. No es cierto aquello de que alguien gana lo que otro pierde.
Falacias Urbanísticas.- La intervención estatal solo promueve la escasez y los precios altos. Dos claros ejemplos son los controles de precios de arriendos y las estrictas regulaciones municipales para la construcción. En el primer caso se desincentiva la construcción y mejoramiento de las unidades habitacionales y en el segundo se protege a los dueños actuales de los inmuebles de perder el valor de las mismas, perjudicando a los nuevos dueños. La retórica política para las regulaciones es la ecología y los espacios verdes, en realidad lo que esconde es mantener o aumentar el valor de los inmuebles ya construidos. Esto es válido para EEUU donde apenas el 5% del territorio esta urbanizado.
Falacias de Hombres y Mujeres.- La discriminación de los empleadores es señalada como la principal causa de las diferencias de ingresos entre hombres y mujeres, pero no se toma en cuenta todos los factores. Por lo general los hombres trabajan de corrido sin interrupciones, las mujeres por el embarazo tienden a cortar sus carreras o interrumpirlas. Las mujeres casadas toman otras opciones que las solteras o divorciadas; las segundas tienden a trabajar mayor tiempo que las primeras. Los hombres ganan más en ciertos sectores que las mujeres, en otros las mujeres toman la delantera. Lo mismo aplica para ciertos sectores y edades de hombres y mujeres.
Falacias Académicas.- Las universidades más intervenidas por el Estado son las que peores resultados obtienen. Las universidades tiene distintos incentivos a los de una empresa en busca de beneficios económicos, estas al recibir fondos estatales o donaciones particulares descuidan su misión principal que se supone es educar y destinan fondos a contratar entrenadores deportivos excesivamente caros y prebendas para los profesores y personal administrativo.
Falacias Raciales.- Las diferencias ente grupos étnicos aparentemente son bastante notorias, pero la manera de medirlas es controversial y a veces errónea. Por ejemplo los negros son rechazados en mayor proporción a los blancos al solicitar hipotecas y los blancos son rechazados más veces que los asiáticos-americanos; solo lo primero sale en las estadísticas oficiales y los medios de comunicación.
Los negros venían mejorando su nivel de vida inclusive antes de la década de los 60 cuando se establecieron los famosos derechos civiles. La constante "victimización" alentada por el Estado de Bienestar y las leyes de "Acción Afirmativa" han destruido el núcleo familiar, el número de familias disfuncionales negras es mucho mayor hoy que antes de 60s.
Los costos de los malos comportamientos de algunos integrantes una minoría (los negros hoy en día o los irlandeses en épocas anteriores) hace que terminen pagando los costos todo el grupo. Otros grupos o gente del mismo grupo tenderá a discriminarlos. Dos clásicos ejemplos son: el taxista negro que se resiste a recoger pasajeros de la misma raza o los anuncios laborales de "Irlandeses favor no aplicar" de antaño.
Falacias de los Ingresos.- Las estadísticas oficiales no muestran la movilidad social y hacen ver como que el porcentaje de pobres lo constituyen las mismas personas a lo largo del tiempo. En realidad un pequeño porcentaje de personas permanece en el mismo nivel económico durante toda su vida. La realidad es que muchos que empiezan en la pobreza terminan sus días viviendo muy cómodamente y los que se mantienen pobres reciben ingentes recursos del Estado que no cuentan en las estadísticas.
En realidad no es alarmante que las personas que tienen entornos familiares con mayor educación, recursos económicos y contactos mantengan su prosperidad a través del tiempo; esto no significa otras personas con menos recursos no les puedan dar alcance realizando un importante esfuerzo.
El ingreso de una persona esta determinado en su contribución a la producción más que en el tiempo laborado. No es absurdo entonces que un alto ejecutivo o un jugador estrella reciban millones mensuales por su trabajo si de su desempeño depende gran parte de los ingresos de la empresa. (Un ejemplo clarísimo de esto es la controversia actual por el precio record pagado por el Real Madrid por Cristiano Ronaldo, de seguro el Manchester United, la directiva del Madrid y el jugador habrán ganado con el acuerdo). En otras palabras el ingreso esta atado directamente a los resultados, mientras mayor sea la incidencia en estos del desempeño mayor será la retribución.
Sowell indica que parte del éxito de EEUU es que es una sociedad que mayoritariamente persigue la creación de riqueza y no su redistribución. En una sociedad como la estadounidense la mayoría de los multimillonarios han ganado su fortuna ofreciendo un bien o servicio apreciado por los consumidores, el número de herederos millonarios es realmente minoritario.
Falacias del Tercer Mundo.- La "ayuda extranjera" no es más que masivas transferencias de dinero a países que no están dispuestos a realizar los cambios necesarios para progresar y solo han logrado solidificar a sus corruptos regimenes. Critica también las recetas de moda que prescriben los economistas pertenecientes a la burocracia mundial sin tener en cuenta sus consecuencias.
La geografía, los recursos naturales, la población o su historia no inciden en la prosperidad de un país sino la solidez de sus instituciones. Permitir a los emprendedores desarrollarse, facilitando la apertura de negocios, la simplificación de trámites burocráticos y la defensa de la propiedad privada parecen ser ingredientes más certeros para alcanzar el progreso que las masivas transferencias de fondos al gobierno central para que lo utilicen a su discreción. Los fondos entregados a gobiernos en su mayoría se esfuman entre la burocracia y la corrupción.
Sowell cita el ejemplo de Argentina, un caso extraño de otrora país prospero convertido al tercer mundo. La cultura de la gente es un factor importante en su desarrollo un país que se levantó gracias a la inmigración fue llevado a su declive gracias al constante establecimiento de ideas nacionalistas y estatistas que espantan el capital extranjero y que perduran hasta estos días. Las ideas instauradas por Juan Domingo Perón marcan la cultura actual del pueblo argentino desde hace más de 50 años.
Reseña de Daniel Rodríguez Herrera
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