domingo, 26 de septiembre de 2010

Byron Moreno. ¿Criminal o Víctima?

Es la noticia de la semana, un ex árbitro FIFA ecuatoriano famoso por sus polémicas actuaciones en la cancha de juego fue atrapado intentando ingresar con 6 kilos de heroína escondidos en el cuerpo a EEUU.

Inmediatamente los medios y los burócratas se hacen eco de la mala suerte de Moreno. Todos buscan el culpable en alguna parte menos en la irresponsabilidad de Moreno. Apuntan a la ineficiencia de los controles aeroportuarios o incluso a los empleados de la aerolínea con los que Moreno tuvo contacto.

Pero veamos un poco más allá de la decisión de Moreno que es arriesgada e irresponsable para su libertad,  ¿acaso mató a alguien?, ¿robó propiedad que no era suya?, ¿golpeó o retuvo alguien en contra de su voluntad? NO, a Moreno se lo condenará a pesar de que no existe víctima alguna por su “crimen”.

Se podría decir que Moreno rompió la ley y que sus acciones llevan a que miles se droguen y mueran. Pero si seguimos esa lógica se debería condenar a los distribuidores de licores por los accidentes mortales que provocan los consumidores de alcohol. La diferencia con uno y otro es que el alcohol a pesar de sus efectos negativos comparables con el de varias drogas es legal.

El pobre ex arbitro se sumará a los cientos de miles de personas cuyas vidas han sido arruinadas por la tristemente celebre “guerra contra las drogas”, posiblemente uno de los experimentos estatistas mas dañinos de la historia y cuyo permanente fracaso recién se esta poniendo en tela de duda en los últimos tiempos.

Tanto conservadores como progresistas son partidarios de esta inútil guerra, su visión paternalista podría resumirse en “la gente es demasiado idiota para dejarla libre” y el uso de sustancias que alteran el estado de ánimo no es la excepción.

A continuación reproduzco un excelente artículo de Juan Carlos Hidalgo con respecto al tema:

10 razones para la legalización de las drogas

La prohibición de las drogas ha tenido consecuencias desastrosas muy similares a la que sufrió el alcohol en los años veinte en Estados Unidos. Sin embargo, en vez de reconocer el fracaso de dicha política, la mayoría de los gobiernos alrededor del mundo se han empeñado en gastar más recursos y atentar más contra las libertades de sus ciudadanos en un esfuerzo inútil por detener el comercio ilegal de narcóticos. Legalizar las drogas eliminaría o mitigaría significativamente las terribles consecuencias que enfrentamos bajo el actual enfoque prohibicionista:

  1. La legalización pondría fin a la parte exageradamente lucrativa del negocio del narcotráfico, al traer a la superficie el mercado negro existente. Y con la desaparición de la clandestinidad del narcotráfico disminuye dramáticamente la problemática social ligada a dicha actividad. La actual prohibición de las drogas no detiene al mercado, simplemente lo ha sumergido bajo el manto de la ilegalidad, y cuando un negocio es un crimen, los criminales tomarán parte de éste. Según las Naciones Unidas, el tráfico de drogas genera $400.000 millones anuales, lo cual representa un 8% del comercio mundial, comparable con la industria de textiles. Dicho botín representa una tentación irresistible para los criminales del mundo.
  2. La legalización reduciría dramáticamente el precio de las drogas, al acabar con los altísimos costos de producción e intermediación que implica la prohibición. Esto significa que mucha gente que posee adicción a estas sustancias no tendrá que robar o prostituirse con el fin de costear el actual precio inflado de dichas substancias.
  3. Legalizar las drogas haría que la fabricación de dichas sustancias se encuentre dentro del alcance de las regulaciones propias de un mercado legal. Bajo la prohibición, no existen controles de calidad ni venta de dosis estandarizadas. Esto ha conducido a niveles de mortalidad altos a causa de sobredosis o envenenamiento por el consumo de drogas. De hecho, según un estudio del Cato Institute realizado por James Ostrowski, el 80% de las muertes relacionadas con drogas se deben a la falta de acceso a dosis estandarizadas.
  4. El narcotráfico ha extendido sus tentáculos en la vida política de los países. Importantes figuras políticas a lo largo de Latinoamérica han sido ligadas con personalidades y dineros relacionados con el tráfico de drogas. Tal vez aquí yace la razón por la cual la guerra contra las drogas se intensifica año con año. Los grandes narcotraficantes son los que más se benefician con la actual prohibición, y los operativos anti-drogas que se practican en Latinoamérica sirven para eliminarles la competencia que enfrentan por parte de los pequeños y medianos distribuidores. La legalización acabaría con esta nefasta alianza del narcotráfico y el poder político.
  5. Legalizar las drogas acabaría con un foco importante de corrupción, la cual aumenta en todos los niveles del gobierno debido a que una substancial cantidad de policías, oficiales de aduana, jueces y toda clase de autoridades han sido comprados, sobornados o extorsionados por narcotraficantes, creando un gran ambiente de desconfianza por parte de la población hacia el sector público en general.
  6. Los gobiernos dejarían de malgastar miles de millones de dólares en el combate de las drogas, recursos que serían destinados a combatir a los verdaderos criminales: los que le violan los derechos a los demás (asesinos, estafadores, violadores, ladrones, grupos terroristas). Además, con la legalización se descongestionaría las cárceles, las cuales hoy en día se ven inundadas por gente cuyo único crimen fue el consumo de substancias que están prohibidas por la ley. Todos estos esfuerzos por combatir el tráfico de drogas han sido inútiles. Por ejemplo, las mismas autoridades reconocen que a pesar de todo el dinero gastado, los esfuerzos actuales solo interceptan el 13% de los embarques de heroína y un máximo del 28% de los de cocaína. De acuerdo con las Naciones Unidas, las ganancias de las drogas ilegales están tan infladas que tres cuartos de todos los embarques deberían ser interceptados con el fin de reducir de manera significativa lo lucrativo del negocio.
  7. Con la legalización se acaba el pretexto del Estado de socavar nuestras libertades con el fin de llevar a cabo esta guerra contra las drogas. Intervenciones telefónicas, allanamientos, registro de expedientes, censura y control de armas son actos que atentan contra nuestra libertad y autonomía como individuos. Si hoy en día las drogas son accesibles incluso en las áreas de máxima seguridad de las prisiones, ni siquiera convirtiendo a nuestros países en cárceles vamos a lograr mantener a las drogas fuera del alcance de aquellos que quieran consumirlas. Legalizando estas substancias evitaremos que los gobiernos conviertan a nuestros países en prisiones de facto.
  8. Legalizar las drogas desactivará la bomba de tiempo en la que se ha convertido Latinoamérica, especialmente países como Ecuador, Bolivia y Colombia. En este último, las guerrillas financiadas por el narcotráfico manejan miles de millones de dólares en equipos militares de primera línea, y amenazan con extender su lucha a países como Panamá, Brasil y Venezuela. Hace un par de años se descubrió la fabricación de un submarino en Colombia para el transporte de armamentos y drogas, lo que demuestra el poderío de estos grupos guerrilleros. Todo esto ha llevado a una intervención creciente por parte de Estados Unidos, quienes desde hace un par de años han venido fortaleciendo su presencia militar en la región de una manera nunca vista desde el fin de la Guerra Fría.
  9. En una sociedad en donde las drogas son legales, el número de víctimas inocentes producto del consumo y la venta de estupefacientes se vería reducido substancialmente. La actual política afecta directamente tanto a los consumidores de narcóticos como a terceros. Es así como gran cantidad de personas que nunca han consumido estas sustancias o que no están relacionadas con la actividad se ven perjudicadas o incluso pierden la vida debido a las "externalidades" de la guerra contra las drogas: violencia urbana, abusos policiales, confiscación de propiedades, allanamientos equivocados, entre muchos otros.
  10. La legalización conducirá a que la sociedad aprenda a convivir con las drogas, tal y como lo ha hecho con otras sustancias como el alcohol y el tabaco. El proceso de aprendizaje social es sumamente valioso para poder disminuir e internalizar los efectos negativos que se derivan del consumo y abuso de ciertas sustancias. Sin embargo, políticas como las de la prohibición, al convertir a los consumidores en criminales, desincentivan la aparición de comportamientos y actitudes sociales necesarios para poder lidiar con los problemas de la adicción y el consumo tempranero de dichas sustancias.

Luego de muchos años de malas experiencias con la política actual, y tras un análisis detallado de las consecuencias no deseadas de prohibir el consumo y la venta de substancias que la gente quiere, es necesario que lleguemos a la conclusión de que las drogas deben ser legalizadas si no queremos seguir el camino autodestructivo al que nos está conduciendo la prohibición moderna.

jueves, 23 de septiembre de 2010

La dinámica del Gobierno de la Turba

Aunque escrito hace mas de 20 años, este documento describe minuciosamente el actual Estado Venezolano.Podría este escrito servir a votantes que aún no despiertan ante la catástrofe que resultaría de un triunfo del paranoico Chávez? Aguantarán los altivos e independientes venezolanos un gobierno como el de Cuba?

por Marc-Eric Ely Chaitlin

Mientras la gente discute sobre cuestiones políticas sin sentido, que giran en torno a necesidades institucionales artificialmente maquinadas (que constituyen un complicado juego), no alcanzan a reconocer la dinámica del poder político en una sociedad de masas. La forma tradicional de gobierno – la Nación Tribal – desapareció en la Edad Media, y fue reemplazada por un estado armado, el cual, a su vez, fue suplantado por la “Nación Revolucionaria”, o lo que ahora se llama el Estado-Nación.

El Estado-Nación es una sociedad de masas. Las personas se levantan para cumplir con las diferentes funciones que perpetúan el estado de masas, pero si alguno de ellos se opone, entonces el peso de esa masa se utiliza para aplastar al individuo. Las personas son tratadas como un rebaño, como a ganado.  Los políticos no sirven a la gente, sino que son ”grupos de presión de colegas “, personas elegidas para controlar a los suyos, una táctica convencional en la mayoría de los campamentos de prisioneros de guerra. Es por eso que son elegidos por votación secreta, porque nadie quiere ser responsable de las cosas que hacen para mantener el control, que son a la vez implacables, y nunca tienen en cuenta la ley.

En la sociedad de masas, la primera etapa de la admisión es la “escuela pública”, el primer lugar adonde todas las personas se ven obligados a ir, “por su propio bien”. Como a perros, a los niños se les enseña a obedecer ciegamente; son castigados, a veces corporalmente, por hacer valer cualquier tipo de independencia de pensamiento o de acción, y condicionados a aceptar pasivamente la vida, sin ninguna ambición real. La voluntad de vivir es deliberadamente desterrada del individuo, para reforzar la ficción de que todas las cosas buenas vienen de la institución, de las masas.

A partir de ahí, emergen los “líderes”, los ingenieros, los médicos, abogados y profesores, quienes entran al “mercado laboral”, y se perpetua la masificación de la sociedad.  Los analfabetos certificados por el estado se entrenan con las normas de la sociedad de masas. El mito de la Revolución, el “nacimiento” de la nación-revolucionaria, el panteón de “héroes” engrandecidos con ficciones, y el sentido de ser parte de una “gran tradición”, elimina la capacidad del individuo para tomar una decisión racional, especialmente en la impresionable edad de los 9 o 10 años. Por decir lo menos, esta forma de tortura de los niños es cínica y sin escrúpulos; es una forma de abuso infantil sin precedentes en el tiempo. El miedo se emplea abundantemente y la sociedad “de la escuela” se convierte en la base del pensamiento, como un modelo para el resto de la vida. La forma en que nos relacionamos el uno al otro se aprende en una olla a presión, que nunca debería aplicarse, debido al efecto lobotomizador que tiene sobre la población.

Pero una población lobotomizada es el único tipo de población que responde a los estímulos de las instituciones de la sociedad de masas. El miedo se utiliza para alejar a las personas, para poner distancia el uno del otro, para que la gente se convierta en dependiente de los contactos comerciales, para lo cual necesitan el sustento del estado de masas, el dinero. El dinero, por sí solo, no es ni bueno ni malo, pero como un “vale” decretado por un estado de masas, es una herramienta poderosa. Al obligar a la gente a necesitar dinero, en última instancia, pueden llegar a amarlo (en muchos casos más que a las personas). Pero un individuo obsesionado puede ser manipulado, mientras que una persona sana es independiente, íntegra.

Una vez que los patrones de respuesta son entamborados en la cabeza de los niños – que se convertirán en adultos – la población está lista para la sociedad de masas. Los medios de comunicación; el empleador de las masas, la corporación; el protector del alma de las masas (en aquellos momentos cuando parece insuficiente trabajar de 9 a 5), la iglesia y el estado de masas, con sus juegos políticos que santifican el gobierno de la turba. Sólo una turba tiene la clase de poder intimidatorio necesario para administrar un estado político moderno, la gente es deliberadamente mantenida en el borde de sus asientos, a fin de crear una gran reserva de ira, lista para ser dirigida a la caída de un sombrero, a un adversario político, o a las ideas de la oposición.

El estado de masas nació en la guerra. Los principios de la guerra se convirtieron en las premisas básicas de operación del gobierno de masas. La amenaza de un enemigo siempre ha catalizado a la gente, para darles una sensación de peligro inminente, por lo cual deberían sacrificar todo, aún lo que esperan recibir.

La Revolución demanda guerra y violencia, para terminar las cosas “rápidamente”. Los partidarios se amargan, y los radicales y extremistas se cambian al papel de “conservadores”. Los que apoyan la causa se anteponen, como carne de cañón, y los que la rechazan son expurgados; la uniformidad se acelera bajo el yugo de un régimen de terror. Las personas tienen derecho a vivir sus propias vidas, pero todos los días se reducen sus derechos consuetudinarios, en la tradición del estado de masas, por el bien de la patria “. Todos los días, nuevas profesiones enteras se convierten en ”uniformados”, en ujieres a cargo del Estado.

La Revolución, como la Inquisición, tiene sus acusadores, que no hacen nada más que acusar a la gente como responsable de haber cometido algún crimen. Los crímenes han sido diseñados para satisfacer la moral de quienes detentan el poder, quienes suelen ser agitadores carismáticos; obstinados y extravagantes voceros que dicen “sí” a cualquiera con dinero suficiente para comprar una elección.

La persona inculpada por el acusador es corporalmente capturada por un aspirante a matón, cuya misión entre los revolucionarios de la nación lo convierte en un “policía” en lugar de un matón, y el “criminal” es detenido (por lo general involuntariamente) hasta comparecer ante un “juez”. El juez es cualesquiera que cree tener el “derecho” de juzgar a otros, personificado en un abogado con su mazo. Por supuesto, todas estas personas somos tú y yo.

La sociedad de masas es un estado de conciencia.  Si creemos en las instituciones del estado de masas, los medios de comunicación, las corporaciones, los políticos, la “república”, entonces estaremos de buen grado dando la espalda a la nación-como-familia, la comunidad orgánica de la humanidad, la cual no es una turba.

La única manera de acabar con la ley de la turba es disociarse uno mismo de las instituciones de masas, y animar a otros a hacer lo mismo. El hecho que las elecciones confundan, enfurezcan, e irriten mucho más de lo que resuelven, ya que consumen gran cantidad de recursos llevando al poder a hombres mediocres quienes heredan el legado de regicidas, es indicativo de una profunda división social, de una herida sangrante. Si bien la turba se enfurece, aunque esté contenida y dirigida por fuerzas armadas, gobiernos, medios de comunicación e iglesias, la destrucción es evidencia de que esta forma de democracia sólo es “igual”, en la medida en que lo destruye todo, “por igual”.

Nota

Marc-Eric Ely Chaitlin (1959-2001) fue una activista en favor de personas sin hogar en el Condado de Orange (California).  Este breve ensayo, conmovedoramente retrata la maquinaria de propaganda acoplada al aparato de represión: las dos piernas en que se para el estado. La exhortación final, a disociarse uno mismo de las instituciones de masas basadas en la ley de la turba, captura la esencia de este estimulante documento.

TRADUCIDO DEL INGLÉS POR RODRIGO DÍAZ

sábado, 11 de septiembre de 2010

El Chimoltrufio

castro

"Como digo una cosa digo otra porque hay cosas que ni que tengo o tengo razón?"

El viejito chocho de Castro ha sido el deleite de los medios esta semana, primero por sus declaraciones indicando que “el modelo cubano no funciona ni siquiera para nosotros” para una revista de EEUU y luego con el desmentido oficial diciendo que lo malinterpretaron: "Es el sistema capitalista el que ya no sirve para Estados Unidos ni para el mundo".

La demencia senil parece estarle afectando al tirano más antiguo del continente americano, se le sueltan verdades que ponen a temblar a sus esbirros en la isla y la inmensa cantidad de tontos útiles AKA “admiradores de la Revolución” en todas las latitudes del planeta. En fin, el ancianito me hizo acordar de una frase celebre de un personaje de la TV de mi infancia: la Chimoltrufia.

martes, 7 de septiembre de 2010

El Poder Político Odia la Libre Expresión

En las últimas semanas y en todas las latitudes los políticos han estado ocupados fastidiando a los medios de comunicación. El común denominador para acallar a la prensa es el abuso del poder mediante acciones “democráticas” y que supuestamente se encuentran dentro del marco legal. Enlisto a continuación los casos más destacados:

Ecuador: las bravatas de los sábados de Correa dan resultado. Jorge Ortiz el periodista mas odiado por la progresía ecuatoriana tuvo que renunciar por presiones políticas a los dueños del canal donde trabajaba. El gobierno, que tiene incautados dos canales más de dos años y no los puede vender, tiene la desfachatez de obligar a los banqueros a vender sus medios de comunicación con una fecha límite. El fascismo implícito de la medida no es cuestionado por la inmensa mayoría de la ciudadanía, al parecer como es una medida “legal” debe ser correcta. Recomiendo la columna de Gabriela Calderón al respecto: La mordaza sofisticada

Venezuela: Chávez ha convertido a Venezuela en el paraíso de la delincuencia, decenas de miles de  venezolanos son asesinados al año. Nueve de cada diez casos quedan en la impunidad. Que pasa si un diario pone un fotografía de los cadáveres que se amontonan en las morgues? Pues hay que censurarlo por exhibir violencia, obviamente esto solo es válido para el diario privado Chávez puede mostrar niños muertos en cadena nacional de TV!!

Argentina: Un culebrón digno de película se inventaron los Kirchner para fastidiar a los diarios de oposición La Nación y El Clarín; estos los acusan de haber comprado las acciones de la empresa que les distribuye el papel periódico coaccionando a sus dueños (implicados con los Montoneros) durante la dictadura militar. Como es de esperarse en estos casos existe una comisión investigadora gubernamental que avala los hechos, no importa que las fechas de los eventos no concuerden o que uno de los ex dueños salió a desmentir inmediatamente el hecho aclarando que la venta se hizo por premura económica antes que por la amenaza.

La amenaza constante a los medios de comunicación o periodistas independientes no es exclusiva de países del tercer mundo, continuamos;

USA.- Luego de la aparición pública de documentos clasificados sobre la guerra de Afganistán que avalan el desastre causado por la intervención militar se esta pensando en el posible enjuiciamiento de WikiLeaks basándose en una ley de 1917 al sitio de Internet que las publicó. Al parecer los gobiernos tienen derecho a esconder información a sus contribuyentes, estos son demasiado estúpidos para comprender todas las cosas que hace el Estado por su bien.

Por último nos queda Italia: Berlusconi dice que “la libertad de prensa no es un derecho absoluto” (A los ecuatorianos nos suena conocido). Este usa el poder político para castigar a 2 diarios   que osaron investigar más allá las relaciones con prostitutas y menores de edad con el magnate italiano.

En resumen, los tipos al poder cobijados bajo la legalidad que la democracia decadente les provee pueden censurar y mandar a callar a todo aquel que les estorbe, en realidad solo existe libertad de expresión mientras no se diga nada molesto o no se cuestione. Luego de cruzar se umbral las cosas cambian.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Jorge Luis Borges sobre la democracia

"Para mí la democracia es un abuso de la estadística. Y además no creo que tenga ningún valor. ¿Usted cree que para resolver un problema matemático o estético hay que consultar a la mayoría de la gente? Yo diría que no; entonces ¿por qué suponer que la mayoría de la gente entiende de política? La verdad es que no entienden, y se dejan embaucar por una secta de sinvergüenzas, que por lo general son los políticos nacionales. Estos señores que van desparramando su retrato, haciendo promesas, a veces amenazas, sobornando, en suma. Para mí ser político es uno de los oficios más tristes del ser humano. Esto no lo digo contra ningún político en particular. Digo en general, que una persona que trate de hacerse popular a todos parece singularmente no tener vergüenza. El político en sí no me inspira ningún respeto. Como político."

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