Hace un par de años este gobierno tuvo un batalla con las doras,
aquellas impresionantes máquinas con las que nuestras abuelas hubieran
soñado. Estas que ayudan a ahorrar tiempo y esfuerzo físico para usarlo
en cultivar un hobby, pasar más tiempo con la familia o simplemente
descansar. En vez de trabajar en una extenuante jornada de lavado contra
una piedra o gastar horas después del almuerzo familiar restregando
platos o barriendo el piso hasta destruirse la espalda; hoy una ama de
casa puede mejorar su calidad de vida con lavadoras, secadoras,
aspiradoras, etc. Pero esto no es importante para el ingeniero social
que sabe lo que nos conviene mejor que nosotros mismos, en aquella
ocasión el bienintencionado burócrata de turno no permitió que los
pobres puedan costearlas aduciendo que eran bienes suntuarios.
Luego fue el intento de prohibir los calefones de agua a gas, al parecer bañarse en agua apenas tibia en invierno en la sierra ecuatoriana era algo digno del nuevo hombre socialista. Por suerte la medida no prosperó. Ahora se ha declarado una guerra a los celulares, televisores de última generación, autos entre otros. Se aduce un problema ambiental que ni siquiera es evidente, no se ha sabido de personas muertas o enfermas por intoxicación de litio o cadmio. Y si esto fuera cierto ¿por qué no se prohibir las laptos? Estas contaminan como 10 celulares e incluso más, o qué tal prohibir los juguetes de niños, nadie puede negar que sean objetos suntuarios que generan muchísimo desperdicio plástico y encima usan pilas con químicos igual de peligrosos.
Tomemos el caso de los celulares, posiblemente los aparatos que más han revolucionado la forma en la que nos comunicamos, un smarthphone es una oficina móvil y hasta el más sencillo modelo de celular permite comunicarnos donde estemos con nuestros seres queridos, el trabajo y demás. Supuestamente para estos que se hacen llamar progresistas lo más importante es el ahorro de energía y el manejo de los desechos posteriores que la calidad de vida de las personas.
Pero analicemos otras opciones que a mi opinión resultan evidentes para tomar esta medida. La primera es que todo indicaría que el régimen busca aumentar los ingresos por impuestos. El ecuatoriano promedio, que es muy bueno para cuidar su bolsillo pero no el del prójimo, empezó a traer celulares por correo Courier y con familiares del extranjero para evadir los draconianos aranceles con los que se gravan a este tipo de equipos que terminan multiplicando el precio del mismo. La realidad es muy simple si en el Ecuador un Blackberry cuesta alrededor de 450 dólares y en EEUU el mismo llega a costar 170 dólares, pagar hasta de 50 dólares por el envió significaba un ahorro sustancial. A la final obligar a todo a comprar celulares carísimos resulta en un aumento de ingresos por impuestos. Cada vez nosotros más pobres y el Estado más rico. Una medida que incentivará a los delincuentes a asaltar casas y personas dado que los celulares y televisores se transforman en bienes de lujo.
La segunda es favorecer consciente o inconscientemente a un grupo empresarial poco competitivo. Sorpresivamente una empresa ensambladora de celulares está lista para duplicar su producción y apoya la medida en pos de la industria nacional. El viejo mercantilismo está de vuelta, favorecer a unos pocos afectando a muchos. Capitalismo solo para mis amigos “emprendedores” y socialismo para los consumidores.
La tercera es la tan mentada balanza comercial deficitaria que como hemos explicado es un sinsentido. Para importar necesariamente tengo que exportar, solo los individuos comercian y reciben a cambio riqueza (bien o servicio) por su dinero, sumar todos esos intercambios personales y llevarlos a una cuestión nacional no tiene la menor lógica.
Por el momento la gran mayoría de ecuatorianos seguirá pensando que hace patria comprando un celular carísimo y de mala calidad, un auto inseguro y costoso, pagando una fortuna en los juguetes para sus hijos o usando el "Sígueme Sígueme" en vez de un perfume de marca. Así lo único que les puedo recomendar es que cuiden sus celulares, los señores del gobierno y sus amigos están a la expectativa de que lo pierdas.
Luego fue el intento de prohibir los calefones de agua a gas, al parecer bañarse en agua apenas tibia en invierno en la sierra ecuatoriana era algo digno del nuevo hombre socialista. Por suerte la medida no prosperó. Ahora se ha declarado una guerra a los celulares, televisores de última generación, autos entre otros. Se aduce un problema ambiental que ni siquiera es evidente, no se ha sabido de personas muertas o enfermas por intoxicación de litio o cadmio. Y si esto fuera cierto ¿por qué no se prohibir las laptos? Estas contaminan como 10 celulares e incluso más, o qué tal prohibir los juguetes de niños, nadie puede negar que sean objetos suntuarios que generan muchísimo desperdicio plástico y encima usan pilas con químicos igual de peligrosos.
Tomemos el caso de los celulares, posiblemente los aparatos que más han revolucionado la forma en la que nos comunicamos, un smarthphone es una oficina móvil y hasta el más sencillo modelo de celular permite comunicarnos donde estemos con nuestros seres queridos, el trabajo y demás. Supuestamente para estos que se hacen llamar progresistas lo más importante es el ahorro de energía y el manejo de los desechos posteriores que la calidad de vida de las personas.
Pero analicemos otras opciones que a mi opinión resultan evidentes para tomar esta medida. La primera es que todo indicaría que el régimen busca aumentar los ingresos por impuestos. El ecuatoriano promedio, que es muy bueno para cuidar su bolsillo pero no el del prójimo, empezó a traer celulares por correo Courier y con familiares del extranjero para evadir los draconianos aranceles con los que se gravan a este tipo de equipos que terminan multiplicando el precio del mismo. La realidad es muy simple si en el Ecuador un Blackberry cuesta alrededor de 450 dólares y en EEUU el mismo llega a costar 170 dólares, pagar hasta de 50 dólares por el envió significaba un ahorro sustancial. A la final obligar a todo a comprar celulares carísimos resulta en un aumento de ingresos por impuestos. Cada vez nosotros más pobres y el Estado más rico. Una medida que incentivará a los delincuentes a asaltar casas y personas dado que los celulares y televisores se transforman en bienes de lujo.
La segunda es favorecer consciente o inconscientemente a un grupo empresarial poco competitivo. Sorpresivamente una empresa ensambladora de celulares está lista para duplicar su producción y apoya la medida en pos de la industria nacional. El viejo mercantilismo está de vuelta, favorecer a unos pocos afectando a muchos. Capitalismo solo para mis amigos “emprendedores” y socialismo para los consumidores.
La tercera es la tan mentada balanza comercial deficitaria que como hemos explicado es un sinsentido. Para importar necesariamente tengo que exportar, solo los individuos comercian y reciben a cambio riqueza (bien o servicio) por su dinero, sumar todos esos intercambios personales y llevarlos a una cuestión nacional no tiene la menor lógica.
Por el momento la gran mayoría de ecuatorianos seguirá pensando que hace patria comprando un celular carísimo y de mala calidad, un auto inseguro y costoso, pagando una fortuna en los juguetes para sus hijos o usando el "Sígueme Sígueme" en vez de un perfume de marca. Así lo único que les puedo recomendar es que cuiden sus celulares, los señores del gobierno y sus amigos están a la expectativa de que lo pierdas.
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