Por Vicente Albornoz Guarderas
La ‘nuberrosadología’ es la ciencia que busca entender a los políticos que viven en las nubes rosadas, a esas personas que parecen no tener conciencia del mundo en que vivimos y que creen que todo se solucionará con 'buena voluntad', con meditación, con limpias y con un 'cambio de modelo', aquellos que creen que la repetición de palabras como 'alternativo' o 'solidario' tiene el mismo efecto mágico que sacudir la varita de Harry Potter o que diciendo "los y las" van a terminar con las diferencias de género. La gran ventaja para esta naciente ciencia es que, para el pesar de las futuras generaciones, hay suficientes sujetos de estudio en el Ecuador actual.
No se debe confundir a los políticos que viven en una nube rosada con aquellos que, cegados de fanatismo, han perdido la objetividad. Por ejemplo, aquellos a los que les pareció bien caducar el contrato con la Oxy, pero que no dijeron ni una palabra cuando, el 31 de marzo, el Estado ecuatoriano le pagó más de USD 100 millones a esa empresa. Ellos no están en una nube rosada, ellos están ciegos. Igualitos están los que ni se mosquearon cuando el proyecto Coca-Codo- Sinclair se encareció en USD 400 millones o que no se escandalizaron cuando el Presidente llamó ‘compañero’ al ecuatoriano muerto en el campamento de las FARC. Ciegos que merecen la atención de los oculistas y no de los ‘rosadólogos’.
Pero los ‘nuberrosadólogos’ tienen suficiente trabajo. Por ejemplo, se han de esforzar entendiendo cómo es posible que haya asambleístas dispuestos a poner en la próxima constitución el derecho al 'disfrute sexual' o entendiendo cómo es posible que la naturaleza (los animalitos y las plantitas) sea dotada de derechos constitucionales (no solo habrá derechos humanos sino también derechos 'ecosistémicos').
En hermosas y distantes nubes rosadas viven los tecnócratas y asambleístas que siguen creyendo que la planificación estatal es la solución para los problemas de la economía. A más tardar, luego del colapso de los países comunistas, sabemos que incluso si hubiera una institución planificadora llena de genios (como Senplades), la planificación central no funcionaría. Por lo tanto, seguir creyendo en la planificación pública es digno de alguien que no tiene sus pies en la tierra, que no se ha enterado de lo ocurrido en el planeta desde la caída del muro de Berlín. Digno de alguien que habita en una nube rosada.
Dichosos ellos que pueblan ese mundo de ilusiones donde tiene un trono la buena voluntad y donde soñar basta para lograr el ‘buen vivir’. Dichosos ellos que están convencidos que ahuyentar la inversión extranjera no es grave y que “poner freno a las grandes empresas mineras” trae beneficios al país. Felices ellos, convencidos que terminar con la tercerización laboral y con la contratación por horas no va a aumentar el desempleo entre los jóvenes. Felices y dichosos estarán y eso les permitirá dormir tranquilos, sin tener la conciencia del daño que están causando a los pobres, del desempleo que están creando y del crecimiento que están esfumando. Sin sentir la inútil tristeza de saberse destructores de riqueza, destructores de progreso y de ignorar que los años sesenta... ya terminaron.
¡Hola! Hace tiempo que no pasaba por tu blog ( el cual continua siendo excelente ), porque cada vez que me obsesionaba con Correa y sus estupideces me daba gastritis. Es tan terrible lo que está sucediendo en este país y aún todo el mundo continua ensimismado con este tipejo, economista de 5 picos. En verdad "la ignrancia mata a los pueblos.."
ResponderEliminar¿Qué nos esperará?
Nada bueno por lo menos. Es increíble como la gente sigue embobada a pesar del desastre inminente que se nos viene. Tienes mucha razón la ignorancia es atrevida.
ResponderEliminar