martes, 17 de febrero de 2009

Viagra No. Keynes Sí

Vale la pena reproducirlo

Via: ContraPeso

La lógica que encontré no pudo ser más clara. Una persona la explicó de la manera más sencilla que puede haber, es decir, como no se haría en un salón de clase. Me dijo que si para resolver una crisis el remedio es que el gobierno gaste más, entonces da lo mismo quién gaste, sea el gobierno o la gente.

La lógica es aplastante. Obama, por ejemplo, pero muchos otros más, dicen que para enfrentar una crisis lo que debe hacerse es que el gobierno tenga un gasto mayor, como ahora en los EEUU, de billones de dólares. Pero como el gasto tiene el mismo efecto general, no importa quién lo haga, resulta que podría también gastar la gente y no el gobierno.

Obama dijo en el comienzo de su presidencia que estos son tiempos en los que no deben las personas preguntarse si el gobierno es muy grande o muy pequeño, que lo que importa es si él gobierno funciona bien o no. Una manera retórica de salirse del tema en medio de aplausos cándidos. El problema es que el gobierno es muy grande y funciona muy mal.

La cosa empeora mucho, cuando a un gobierno ya grande se le autoriza a crecer aún más por medio de un incremento de su gasto. Esto es lo que se logrará principalmente en los EEUU, no necesariamente remediar pronto la recesión, sino inevitablemente aumentar el tamaño del gobierno.

Ese crecimiento gubernamental tiene también otras facetas. Al gasto enorme y extraordinario se agregan más regulaciones, no menos; se agregan elevaciones futuras de impuestos; se añaden medidas artificiales de manejo de tasas de interés. Obama dijo que el problema no es el tamaño del gobierno, cuando en realidad ése es el problema y él lo está haciendo crecer sustancialmente.

Para ser claros, la recesión está aquí y es clara. Pero, lo peor es que el camino que se ha emprendido es el opuesto al que debía tomarse. Incrementar el tamaño del gobierno es lo contrario de lo que debe hacerse. Los impuestos no debe aumentar, al contrario. La regulación no debe aumentar, sino lo opuesto. El gobierno no debe aumentar sus responsabilidades, sino reducirlas, incluyendo su gasto.

La única intervención que puede justificarse es la preservación del sistema financiero y de pagos. Todo lo demás es una consecuencia de una mentalidad que hace creer que el empleo es una función del gasto gubernamental y la creación de dinero. Si eso fuera cierto, jamás habría habido una crisis económica.

Pero esa es la idea que Keynes heredó y que cayó en terrenos fértiles, los de los gobernantes. Imagine usted a quien suele verse él mismo como el redentor de una nación escuchando a alguien que le presenta una serie de ecuaciones incomprensibles que demuestran que cuanto más dinero gaste el gobierno, más bienestar habrá.

No hay afrodisiaco mayor que Keynes para un político. Olvídese del Viagra, déle el libro de Keynes lo realmente le dará más placer. Y si al político se le habla del multiplicador de Keynes, entenderá que todo lo que gaste será multiplicado, como en una repetición de la historia de los panes y los peces. ¿Exagerado verlo así? Créame que no, es real.

El asunto vale una segunda opinión para señalar el mundo de fantasía en el que el político cree que cuanto más grande sea el gobierno y más poder tenga, la gente vivirá mejor. Esta es la razón por la que Obama y los demócratas piensan que es su deber tener mucho que gastar, cuanto más, mejor.

Pero también merece ver eso que me dijo la persona: si gastar es bueno, entonces no importa quién lo haga y es preferible que lo haga la gente y no el gobierno. Es mejor esto que lo que dijo Keynes. La razón es muy simple: la economía la hace la gente, no el gobierno; los empleos los crean las empresas no las oficinas burocráticas; los adelantos los ideas los particulares, no los políticos.

En esa inercia de crecimiento gubernamental hay un lado oscuro digno de resaltarse: cuando se tiene el respaldo explícito o no del gobierno, muchas empresas se vuelven irresponsables. Saben que contarán con el apoyo de la autoridad, lo que les hace tomar riesgos que no tomarían de otra manera. Un problema de riesgo moral.

Slim, en sus declaraciones catastrofistas, olvidó mencionar lo realmente grave. La recesión por grave que sea, tiene remedio. El problema es que las medidas que se están tomando son las que no debían tomarse.

Post Scriptum
Lo del multiplicador del gasto gubernamental es real y parte de la teoría de Keynes. Es una tesis que sostiene que lo que se gasta es multiplicado por un factor que depende de la propensidad al gasto de la gente. Daniel Henniger del WSJ (12 febrero 2009:
The theory beneath the $800 billion of spending is called the Keynesian multiplier, first posited around 1931. One suspects not a voter in a million knows how this is supposed to work.

2 comentarios:

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