jueves, 25 de diciembre de 2008

Martina


Mi amor llegaste como un regalo de Navidad para tus padres. Eres una niña muy afortunada al haber nacido en las condiciones que tuviste, no te ha faltado nada y tus padres harán todo lo posible para eso se mantenga. En este momento tan feliz me acordé de un texto corto que puede servir como una pequeña lección para tu vida:

Un regalo para mi hija, por Harry Browne

Es Navidad y generalmente tengo el problema de decidir qué voy a regalarte. Sé que te podrían gustar muchas cosas: libros, juegos, ropas.

Pero soy muy egoísta. Quiero darte algo que estará contigo más de unos pocos meses o años. Quiero darte un regalo que hará que te acuerdes de mí cada Navidad.

Si pudiera darte una cosa, sería una simple verdad que a mí me costó años aprender. Si lo aprendes ahora, tu vida se enriquecerá en un centenar de formas. Y te ahorrará muchos problemas que suelen dañar a todas aquellas personas que nunca la aprendieron.

La verdad es simplemente esta:

Nadie te debe nada.

Importancia

¿Cómo una frase tan simple puede ser tan importante? Puede no parecértelo, pero si lo entiendes, bendecirá toda tu vida.

Nadie te debe nada

Significa que nadie más está viviendo por ti, mi pequeña. Porque nadie es tú. Cada persona vive por sí misma; su propia felicidad es todo aquello que puede llegar a sentir.

Cuando te das cuenta de que nadie te debe ni la felicidad ni nada más, te liberas de esperar aquello que no va a suceder.

Significa que nadie tiene la obligación de amarte. Si alguien te ama es porque hay algo especial en ti que lo hace feliz. Descubre qué eso especial y trata de fortalecerlo, de manera que cada vez seas más amada.

Cuando la gente hace cosas por ti, es porque quieren hacerlas -porque tú, de algún modo, les proporcionas algo significativo que les hace querer complacerte, no porque nadie te deba nada.

A nadie le tiene que gustar. Si tus amigos quieren estar contigo, no es porque les venga impuesto. Descubre qué hace a o los otros felices de manera que quieran estar cerca de ti.

Nadie te tiene por que respetar. Puede que incluso alguna gente sea antipática. Pero una vez de tas cuenta de que la gente no tiene la obligación de tratarte bien, y que puede no tratarte bien, aprenderás a rehuir aquellos que intenten dañarte. Tú tampoco les debes nada.

Viviendo tu propia vida

Nadie te debe nada.

Te debes a ti misma ser la mejor persona posible. Porque si lo eres, los demás querrán estar contigo, te querrán proporcionar las cosas que necesitas a cambio de lo que tú les estás dando.

Algunas personas escogerán no acompañarte por razones que no te tienen que ver contigo. Cuando esto ocurra, busca las relaciones que realmente quieras. No conviertas los problemas ajenos en tus problemas.

Una vez entiendas que debes ganarte el amor y el respeto de los demás, nunca esperarás lo imposible y nunca te frustrarás. Los otros no tienen por que compartir su propiedad contigo, ni sus sentimientos ni sus pensamientos.

Si lo hacen es porque te has ganado esas cosas. Y tienes todos los motivos del mundo para estar orgullosa del amor que recibes, del respeto de tus mejores amigos, de la propiedad que has adquirido. Pero no los tengas por garantizados. Si lo haces, podrías perderlos. No te pertenecen por derecho; siempre los tienes que volver a ganar.

Mi experiencia

El día que me di cuenta de que nadie me debía nada me quité un gran peso de encima. Mientras pensaba que había cosas que me pertenecían, me agotaba -física y emocionalmente- intentando recogerlas.

Nadie me debe una conducta moral, el respeto, la amistad, el amor, la cortesía o la inteligencia. Y una vez lo comprendí, todas mis relaciones se volvieron mucho más satisfactorias. Me centré en estar con la gente que quería hacer las cosas que yo quería que hiciera.

Esta idea me ha servido tanto con amigos, con socios empresariales, amores, clientes y desconocidos. Me recuerda constantemente que puedo obtener lo que quiero solamente si puedo entrar en el mundo de la otra persona.

Tengo que intentar comprender como él piensa, qué cree él que es importante, qué quiere él. Sólo así puedo apelar a una persona para que me traiga lo que yo quiero.

Y solo así puedo concluir si realmente quiero involucrarme con alguna persona. Y puedo ahorrar las relaciones importantes para aquellas personas con las que tengo más en común.

No es sencillo resumir en unas pocas palabras aquello que he tardado años en aprender. Pero quizá si releyeras este regalo cada Navidad, su significado aparezca un poco más claro.

Lo espero, porque no querría nada más salvo que entendieras la simple verdad que puede hacerte libre: nadie te debe nada

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