miércoles, 19 de octubre de 2011

El Absurdo Impuesto a la Salida de Divisas


"Si se envía más de 1000 USD, el estudiante estará no solo estudiando sino disfrutando de los dólares. Creo que está bien que sea hasta 1000 dólares mensuales". Carlos Marx Carrasco

La anterior es solo una de las particulares declaraciones que ha entregado el director del SRI en los últimos meses para justificar la última arremetida impositiva del régimen de Correa. Para Carrasco ningún estudiante en el exterior debería disponer de mas de mil dólares mensuales sin que este pague impuestos, en este caso se quiere que el osado estudiante o su familia asuma un 5% de lo que consuma en el exterior como impuesto a la salida de divisas.

Pareciera ser que cualquiera que se atreva a disfrutar de su dinero, que supuestamente le pertenece, es un antipatriota que especula en el mercado financiero global. Infiero de igual manera que el impuesto a la salida de capitales es un justo castigo a quién no hace turismo en su patria. Las declaraciones del director me parecen grotescas y hasta agresivas contra la propiedad privada.
En este artículo me enfocaré en analizar las tres teorías mas comunes por las que el impuesto a la salida de capitales estaría justificado. Este ha sido uno de los más defendidos durante el régimen actual pero solo es fruto de conclusiones económicas erróneas y un desbocado apetito recaudatorio.

Mantener la dolarización

Si el impuesto de salida de capitales es para mantener la dolarización, como dice Carrasco, ¿como explica que esta se mantuvo 7 años sin este? ¿como otros países que usan el dólar como El Salvador y Panamá no tienen ese control y no están cerca de salir del esquema?

Con convulsiones políticas graves y con ingresos petroleros inferiores a los que ha disfrutado el régimen de Correa la dolarización no se vio amenazada en ningún momento entre 2000 y 2007.

Mantener el crédito

Solo existe una justificación para decir que la salida de capitales afecta al sector productivo, el crédito. Existe una extraña relación entre el Estado ecuatoriano y los bancos, el régimen dice odiarlos pero al mismo tiempo impide toda competencia del exterior con barreras de entrada altísimas y además quiere asegurar que estos no pierdan depósitos de sus clientes para que puedan expandir el crédito, ya sea este de consumo o productivo. 

Tenemos suerte que Ecuador no dispone de un banco central activo que sirva como prestamista de última instancia por lo que los bancos se ven limitados al momento de expandir el crédito y son mucho mas cautelosos al momento de prestar. Pero de todos modos los bancos usan la reserva fraccionaria, una practica clasificada como una actividad fraudulenta por gran parte de la Escuela Austriaca de Economía. Esto significa que los bancos son en parte deshonestos pues prestan sin aviso el dinero que supuestamente lo entregamos para que lo custodien y solo dejan una parte de cada depósito en la "boveda" para hacer frente a los retiros. Si se transparentaría esta realidad los ahorradores podrían exigir mayores recompensas por el sacrificio de ahorrar como tasas de interés más altas.
De cualquier forma en una economía saludable y atractiva para la inversión extranjera el inversor foráneo sintiera seguridad de traer su capital y no existiría problemas de sequías crediticias o supuestas fugas de capitales. Pero en el Ecuador del socialismo del siglo XXI tenemos justamente lo inverso, razón por la cual el país se sitúa en los últimos lugares en América Latina en atraer inversiones. El gran responsable de esta situación es el gobierno ecuatoriano que ha creado un clima constante de incertidumbre entre empresarios e inversores.


Equilibrar la balanza comercial

Nos dicen que usan  el impuesto para poder equilibrar la balanza comercial y ayudar a los productores nacionales por sobre los internacionales. Todos los analistas económicos, incluso la mayoría considera opositora, se comen el cuento de la balanza comercial. Nos dicen que no tenerla equilibrada en última instancia provocaría la destrucción total de la industria nacional al mismo tiempo que los ecuatorianos seguirían disfrutando de bienes importados a raudales. Nadie tendría trabajo pero los IPads, los Hondas CRVs y los confites colombianos no dejarían de llegar. Solo una pregunta, ¿y con que dinero comprarían lo importado si todos estamos sin trabajo? 
 
Exportamos para importar, por lo que estas magnitudes tienden a equipararse en el largo plazo. Este absurdo de medir supuestos des balances comerciales pierde todo sentido si lo aplicamos dentro de un mismo país. Rápidamente uno se da cuenta que tendría que llegar a comparar entre ciudades, barrios e incluso calles para ver quién pierde y gana en la actividad comercial, no es más que es un cálculo irrelevante.

Conclusión

En Ecuador la propiedad privada del dinero no tiene importancia alguna, diría yo que la mayoría de ecuatorianos está agradecido que el Estado les deje quedarse con un porcentaje de lo que produce, cuando en realidad debería ser a la inversa.
El actual gobierno ecuatoriano es especialista en usar eufemismos y propaganda para justificar cualquier incremento de impuestos, contraponiendo a ricos contra pobres. Suelen usar también caducas teorías económicas como las que he analizado en este artículo.

Por novena ocasión en menos de 5 años estamos en medio de otra reforma tributaria, como es usual esta afecta directamente las clases medias y altas. Para el político tiene sentido pues al momento de votar no forman un número apreciable pero son las que tienen lo que el gobierno busca, dinero. Pero no olvidemos tarde o temprano todo paquetazo impositivo llega a las clases mas populares en forma de precios más altos y menores opciones de trabajo.

¿Ley para Competencia o Premio a los Malos Perdedores?

Una vez más el gobierno ecuatoriano ha decidido copiar otra mala legislación presente en otros países, hablo de la famosa ley anti monopolio. Como es costumbre van un poco más allá de la clásica defensa de empresas perdedoras o incompetentes, el gobierno ecuatoriano pretende adicionalmente regular acuerdos voluntarios entre clientes y empresas como las tarjetas de afiliación para obtener descuentos; y acuerdos comerciales como plazos, multas o formas de pago con sus proveedores.


Paco Velasco asambleísta del partido nacionalsocialista Alianza País resume perfectamente el espíritu de la ley con las siguientes palabras:

"De una empresa bebidas refrescantes que tiene el 81 por ciento del mercado y que lo poco que queda deja que se repartan entre las 155 restantes. Eso no es justo y no lo permitiremos."

Velasco habla de The Coca Cola Company que a través de su subsidiaria en el país domina el mercado de bebidas, un mercado donde las únicas barreras las pone el Estado a través de registros sanitarios, fiscales, etc. Al parecer al señor Velasco le importa muy poco las preferencias de los clientes, el Estado debe entrometerse y dividir ese mercado en 1/156 para cada empresa, eso si sería justo.

Revisemos la teoría económica para validar si es correcto lo que indica el asambleísta. Para la competencia existe una definición correcta y otra errónea. ¿Es la competencia una situación o un proceso? La palabra viene del latín “Cumpetitio” que significa concurrencia múltiple de peticiones sobre un bien al que hay que asignar un dueño. La definición correcta es la de proceso dinámico en el que los empresarios rivalizan por descubrir y aprovechar oportunidades de ganancia (desajustes sociales) antes de que desaparezcan al ser aprovechadas por otros emprendedores.

La visión de la escuela austriaca de economía contrasta con la situación de "competencia perfecta" que definen los economistas matemáticos del equilibrio, estos definen erróneamente la "competencia perfecta" como una situación con múltiples oferentes de exactamente el mismo producto y al mismo precio.

Consecuentemente cada definición de competencia implica una definición distinta de monopolio. La definición errónea implica definir el monopolio como una situación estática donde hay sólo un vendedor de un producto.

Estos "monopolistas", según los economistas matemáticos, podrían imponer precios artificialmente altos en perjuicio de los consumidores. Cuando existen pocos competidores, a criterio de estos economistas, hay que combatir otro monstruo aquel que llaman oligopolio.

Tomando la definición correcta solo existe monopolio cuando se impide por la fuerza del Estado el libre ejercicio empresarial en alguna parcela de la sociedad. El predominio de una empresa no es perjudicial para los consumidores, es una señal de que ninguna otra empresa satisface a los clientes como ella lo hace.


En resumen los economistas matemáticos ven el tema de la competencia como una foto de la distribución del mercado y partiendo de ahí establecen arbitrariamente posiciones dominantes para luego aplicar sanciones en favor de los más incompetentes. El economista de la escuela austriaca basa su análisis en las barreras de entrada impuestas por el Estado a los agentes económicos a un mercado determinado.

Crítica a la llamada "ley de defensa de la competencia".

La competencia es el libre ejercicio empresarial y ya está defendida por los principios tradicionales del derecho. Las actuales leyes de defensa de la "competencia" utilizan el concepto matemático (erróneo) de competencia, entienden el monopolio como la presencia de un único vendedor y persiguen a las empresas que mejor sirven a la sociedad. La ley criminaliza a las empresas hagan lo que hagan. Por ejemplo:

Cobrar más que los competidores es abuso de posición dominante.

Cobrar menos es competencia desleal (dumping).

Cobrar igual es muestra de confabulación. (Cartel)

Pasemos a analizar algunos ejemplos paradigmáticos de juicios antitrust en USA:


1. La participación de mercado de la Standar Oil (1911) venía cayendo décadas antes del juicio antimonopolio. Cabe recalcar además que existían 137 empresas competidoras al momento del juicio, unas tan grandes que perduran hasta hoy como Shell o Texaco (llamada ahora Chevron).

2. En 1945 sancionaron a ALCOA literalmente por expandir rápidamente su producción y tener mejores procesos que otras empresas del ramo que le permitieron reducir sus costos y por ende sus precios, en resumen por ser competitiva.


3. En 2001 los burócratas de USA intentaron “ayudar” al consumidor demandando a Microsoft por distribuir el Internet Explorer de forma gratuita. Es digno de destacar que los consumidores no fueron los que solicitaron el juicio al señor Gates, sino un competidor (Netscape) tal como en todos los casos anteriores .

Si se analiza un poco más a fondo nos damos cuenta que el entramado de leyes antimonopolio es un sinsentido que sirve para proteger a empresas perdedoras de su competencia, como había anotado antes la Escuela Austriaca ve al Estado como el único ente que puede establecer monopolios u oligopolios. Solo el Estado tiene la facultad de imponer licencias, permisos, aranceles, cuotas de importación y privilegios de varias índoles a empresarios, supuestamente nacionales, para protegerlos de la competencia de afuera e incluso de la local.

Extrañamente los mismos políticos que mantienen esos privilegios, asumen que en un mercado libre de regulación es inevitable la formación de monopolios y la consecuente afectación a la competencia. Que mejor manera de terminar ilustrando tamaño sin sentido que con un poema:

TOM SMITH Y LA INCREÍBLE MÁQUINA DE HACER PAN de R.W. Grant



Esta peregrina historia
trata del buen Tom Smith
que le quitó el hambre al mundo
y pasó de héroe a vil.

Tom fabricaba juguetes
eran su especialidad
por eso a todos asombra
cuando se pone a hacer pan.

La máquina que ha inventado
no es de poco más o menos:
hace el pan casi de balde,
en rebanadas y envuelto.

¿Imagináis el milagro?
¿Calculáis las consecuencias?

Al fin come el mundo entero
gracias a Smith y su ciencia.

Le recibe el Presidente,
todo el mundo le festeja,
y honores y distinciones
llueven sobre su cabeza.

Pero ¿hay algo tan voluble
como la cochina fama?

De Tom, héroe hoy,
nadie se acuerda mañana.

El tiempo vuela; y Smith,
aunque se ha hecho millonario,
no es ya nadie para quienes
comen su pan a diario.

"¿De dónde viene ese pan?"
le preguntáis a la gente;
y ellos comen y se extrañan:

"¡Ah!, ¿pero no lo hubo siempre?"

La verdad es que eso a Smith
no llega a quitarle el sueño,
pues piensa:"Todo va bien:
yo rico y ellos contentos"

¿Qué todo va bien, Smith?

No contaba con el destino.

Si no, ved lo que pasó
a partir de aquella fecha.
en que, al subir los impuestos,
y aun sin irse de la mano,
tuvo que subir el pan

¡Ahora cuesta ya un centavo!

"¿Qué pasa?", clama la gente.

"¿Qué pretende el muy infame?

¿Quiere apilar más millones a costa de nuestra hambre?"

(Vean su caricatura -gran panza, hocico porcino quitando el pan de la boca a un famélico chiquillo.)

Como el Pueblo es lo primero,
nadie lo podrá discutir
que en asuntos de esta clase
a él le toca decidir.

Intervienen presurosos
los agentes del gobierno,
y lo que encuentran les pasma:

El "trust del pan", nada menos.

La cosa se pone seria,
 y, curándose en salud,
Smith decide pasarse
por la oficina antitrust.

Allá va, sombrero en mano:

"Les han engañado a ustedes.
No he quebrantado la ley".

Pero el funcionario advierte:

En época tan compleja
no basta la ley, hermano.

Es mucho más eficaz
dejarlo de nuestra mano.

Y por si usted no se encuentra
ducho en estos menesteres,
le diré cuál es la norma
para que de una vez se entere:

Aumento ilegal de precio
es cobrar más que un colega,
pero si cobra usted de menos
es desleal competencia.

Y téngalo bien presente,
no haya en esto confusión:

Si cobran todo lo mismo
 será confabulación.

Debe competir, es cierto,
pero ande con pies de plomo,
pues si conquista el mercado

¡qué más claro monopolio!"

¿Precio abusivo o escaso?

El uno al otro no quita.

Si el Bien Público está en juego,

¿por qué no la parejita?

Y, pues no cuesta trabajo,
a mayor abundamiento
le añaden el monopolio.

¡Hay que hacer un escarmiento!

"¡Cinco años!" truena el juez

"y bien pudieran ser más.
Hay que enseñar a esta gente
respeto a la sociedad".

Ahora el pan lo hace el gobierno,
y -no es preciso decirlo todo
está bien controlado
y el público protegido.

Claro que el pan sale a dólar.

Pero el Estado lo vende
a medio centavo. (El resto lo paga el contribuyente.)
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